Contagiado
del espíritu olímpico es imposible no referirme en una entrada del resaltadorkaizen
a todo aquello que representaron estas jornadas olímpicas en Río y su relación elemental
con el mundo corporativo.
Los
negocios y sus productos viven sin advertirlo una permanente contienda
olímpica, el juez el es cliente y la cancha es el mercado, compiten por
subsistir, compiten para ganar y compiten por el corazón del cliente, solo que
para muchos nunca se sabe cuando se está perdiendo hasta que a veces es
demasiado tarde, imagine por un momento que su empresa es un atleta olímpico y usted puede ver exactamente en que posición están sus competidores así
como las fortalezas físicas de cada uno, usted puede ver la ambición en la cara
de todos por ganar una medalla, ¿se sentiría preparado?, por que al igual que
en las justas olímpicas, en el mundo hipercompetido de hoy muchas veces no hay cabida
mas allá del bronce.
El
atleta tiene claro que necesita 3 cosas en el terreno cuando compite: su mente,
su corazón y su cuerpo, esto significa tener una meta clara, la disciplina y la
pasión para hacerlo, los recursos, los medios y la metodología para lograrlo,
muchas empresas fracasan claramente en el campo por que ignoran alguno o varios
de estos elementos, el resultado: premios de consolación y en su versión
corporativa, riesgos a la sostenibilidad del negocio.
La
mente: el objetivo.
El
atleta olímpico tiene siempre en su mente un número, una distancia, un tiempo,
un puntaje, una velocidad, un peso, ese número se convierte en su obsesión,
sabe siempre que tan lejos o cerca está de su propia marca y la de su oponente,
cerrar esta brecha y mejorar cada día sin perder el foco es lo que lo convierte
en un campeón, las medallas de oro se ganan por milésimas, milímetros o gramos
“un paso, un centímetro hacen la diferencia” escuché alguna veces decirlo a un
gerente japonés, todo aquello que nos aleja de ese objetivo es una pérdida y una
oportunidad; alguna vez tratando de entender las motivaciones de los fisiculturistas le pregunté a uno que era lo que lo hacía entrenar todos los días suponiendo que tendría que ver con algún culto a su propio cuerpo, pero el deportista me contestó: "mi objetivo es aumentar de peso (Kg) a través de mayor masa muscular, eso es todo en lo que pienso", ahí estaba el número que él buscaba, las empresas que fracasan no solo no tienen claro su objetivo sino
que además cambian sus prioridades con pasmosa frecuencia y por lo tanto las
métricas, o peor aún, quieren hacerlo todo a la vez y no logran sobresalir en
nada, difícil encontrar un atleta olímpico sobresaliente en varias disciplinas.
“estar en dos partes a la vez es no estar en ninguna” decía un filósofo.
El
corazón: la pasión y la disciplina.
El
atleta sabe que su éxito depende de su deseo de triunfar, sus ganas lo hacen
repetir la misma rutina una y otra vez sin descanso a pesar del dolor, del
cansancio o de la monotonía, Muhammad Alí decía “Odié cada minuto de
entrenamiento, pero dije, No renuncies, Sufre ahora y vive el resto de tu vida
como un campeón”, las empresas que pierden
el juego olvidan la disciplina, toleran el Status Quo y conviven con las
pérdidas, muchas quieren mejorar, sobresalir y ganar la carrera sin levantarse del sillón, sin grandes esfuerzos y mínima inversión en tiempo que les permita ajustar comportamientos claves, repetitivos e indispensables como el orden, la revisión
permanente de resultados, el análisis de las causas raíces, el seguimiento
riguroso de los estándares, la medición del desempeño el constante
entrenamiento y el autodiagnóstico, sin los comportamientos adecuados no se crean hábitos y sin
hábitos la variabilidad reina.
El
cuerpo: los recursos.
El
atleta depende de muchas maneras de su fortaleza física, cuida su cuerpo y su energía,
fortalece sus músculos, sigue un método y se apoya en los lineamientos de un coach,
cuida y mantiene su equipo, su pasión y claridad en el objetivo serían inocuos
si no cuida su cuerpo su equipo y su técnica, las empresas que fracasan por
el contrario descuidan sus activos, ignoran sus métodos, maltratan sus
empleados, desperdician sus materiales, recortan los presupuestos de entrenamiento y mejoramiento continuo sacrificando miopemente el largo plazo.
Sin
duda estos 3 elementos son la clave de todo atleta olímpico así como los
objetivos claros, la disciplina y el cuidado de sus recursos son el secreto del
negocio exitoso.
Existe un elemento adicional que todo atleta sabe aprovechar y que
necesariamente es quien lo obliga siempre a ser mejor: su competencia, no hay primero si no hay segundo así como no
hay mérito real en el campeón sin un buen contrincante, la competencia es el mejor
espejo y es la competencia la que saca nuestra mejor versión, alguien decía que
todo sería mucho mas fácil si la competencia y el cliente no se movieran tanto
y es verdad, sabemos que el peor mercado es el mercado del monopolio pues la
calidad y el buen servicio desaparecen ante la complacencia del dominante.
Hace algunos años empecé a correr como una forma de mejorar mi salud, la motivación al ejercicio comenzó como una manera de sentirme mejor físicamente pero poco a poco el reto de superar mis propios resultados fue motivando la mejora, aunque quien practica running no compite realmente contra nadie sino contra si mismo, ver lo que otros podían hacer en competencias oficiales me demostraba lo lejos que aun estoy del nivel que muchos han podido alcanzar con disciplina, algo que en una próxima entrada describiré con mas detalle, la clave ha sido pensar siempre en el siguiente nivel competitivo.
Me pregunto si su empresa sabe quien es el mejor haciendo lo
que hace y que tan lejos está de ese nivel de clase mundial. ¿Que medalla obtendría?, ¿Está compitiendo con el corazón?.
Hasta la próxima!!!