El Sr Montgomery
Burns presidente de la planta nuclear de Springfield tiene un serio problema de
rentabilidad en la compañía y desde su flamante escritorio toma una decisión al lado de su servil lacayo, - ¡Smithers, es hora de recortar gastos! y en un acto
de sabia determinación gerencial elimina las rosquillas (donuts) del
refrigerio en la cafetería, unas horas después la planta se paraliza por una huelga de los trabajadores, el Sr
Burns enfrentando la acalorada manifestación les grita: ¿inconscientes, no
saben que atravesamos épocas difíciles?, ¡estamos tratando de ahorrar! , a lo
que Homero liderando el grupo de trabajadores responde: ¡Sr Burns, en las
rosquillas no está la plata!.
Esta situación pintoresca es a veces superada por
la realidad, cuantos gerentes cargados de buenas intenciones gerencian la compañía
buscando rosquillas?, si Ud. hace parte de una empresa con este perfil y ya le
recortaron el presupuesto dese por bien servido por que muchas otras comienzan
por la nómina.
No voy a desconocer que estamos entrando en tiempos difíciles y se hace necesario tomar decisiones, el problema es cuan acertadas
son estas decisiones, hace poco un conferencista decía en su charla que
gerenciar con plata es muy fácil, tiene toda la razón, yo le agregaría que si
bien la buena gerencia se prueba en los momentos difíciles desafortunadamente
las malas decisiones son las mas fáciles de tomar y el sentido común es ciertamente engañoso.
Veamos las opciones de reducción de costos que
tenemos y que nos indica el sentido común:
Congelar contrataciones y reducir personal, recortar
presupuesto, osea reducir viajes y capacitación, eliminar la consultoría, despedir
contratistas, congelar inversiones, detener proyectos de innovación y de
mejoramiento, aplazar actividades de mantenimiento y disminuir a cero las horas
extras entre otras opciones… clásicas.
También sabemos que en muchas ocasiones y en especial
durante las buenas épocas las empresas funcionan con grandes excesos o lo que
podríamos denominar “grasa”, recortar algo de esta grasa en momentos difíciles está
muy bien pero ¿cómo sabemos cuando en el afán de lograr el resultado del costo
objetivo empezamos a pasar de la “grasa” al “músculo”?, muchas veces la
reducción miope de gastos tiene consecuencias desastrosas en el mediano y largo
plazo si no se hacen con cuidado, el asunto es que con un controlador financiero
respirándonos en la nuca por el reporte trimestral mas vale hacer algo y ya!,
luego veremos como nos arreglamos, a
veces estas decisiones son como cortar las raíces de un árbol para que use
menos recursos y ya sabemos que pasa.
Ahora, pongámonos en el escenario de una gerencia menos reactiva y que toma “mejores” decisiones aunque todavía usando el sentido común,
que opciones nos quedan?
Negociar mayores volúmenes de compra de materiales
para reducir costos, forzar el volumen de producción (aun a costa de
presupuestos futuros) para mejorar el costo unitario, impulsar con promociones las ventas (que
el cliente no ha pedido) para garantizar cumplimientos del
presupuesto, hacer algo de ingeniería financiera legal moviendo cifras hasta
que los números cuadren y así ver lo que queremos ver (como sacar del cálculo del costo por volumen la mano de obra indirecta o no incluir los reprocesos en el cálculo de eficiencia), negociar con nuevos proveedores basados en criterio único del precio, o hacer lotes mas grandes para mejorar la eficiencia.
(cayendo en la trampa de la alta utilización).
Todas esas decisiones seguro bien intencionadas funcionan
bien en el corto plazo y para porciones limitadas del sistema, sin embargo su dulce sabor inicial luego se ve opacado por el amargo sabor de las
consecuencias, como el alto impacto de las averías, los reclamos del cliente,
las devoluciones y obsolescencias, las indeseables multas legales, los altos costos de administración de inventarios y en general el aumento del costo total, incrementando precisamente lo que queríamos evitar solo que ahora lo tenemos lejos del
balance contable trimestral. uffff.
Lo positivo de este asunto es que existe una solución aunque no
siempre de inmediato plazo, Taiichi Ohno decía: “Prepárarse para los
días duros mediante el Kaizen cuando el negocio va bien, las buenas ideas
llegan solo en los buenos tiempos”, estas soluciones por lo general requieren
cambios en la mentalidad gerencial, la cultura de las organizaciones y entender
cosas como la dinámica de los sistemas y la administración en función del
tiempo NO del costo pero que deben pensarse con cabeza fría en los buenos momentos no con el agua al cuello.
“Los costos no existen para ser calculados sino para
ser reducidos” otra frase poderosa de Mr Ohno, somos expertos calculando y midiendo,
pero desde la perspectiva financiera desconectada de la realidad y
distorsionada por los indicadores, a través de sistemas y controles obsoletos
basados en asignaciones de costos para otras épocas en donde la relación de
mano de obra, material y costos indirectos era de 60-30-10, hoy es casi
inversa 10-60-30 y para condiciones que exigen mayor automatización y costos de capital.
Tenemos entonces que pasar del conocimiento del costo a la
conciencia del costo, comenzar a reducir actividades y pérdidas que
verdaderamente no agregan valor al cliente como sugiere Ohno, gestionar en función de todo el ciclo de
fabricación del producto (lead time) con mentalidad basada en el tiempo y haciendo mejoras usando el cerebro y talento de las personas, no despidiéndolas.
Recuerde que las cosas que no se están buscando son las más difíciles de ver, es hora de empezar a eliminar las verdaderas pérdidas, quitar las rosquillas aparte de impopular es claramente muy inefectivo.
Hasta la próxima!.